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El accidente cerebrovascular (ACV) es una emergencia médica que puede cambiar la vida de una persona en cuestión de minutos. Este fenómeno ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se reduce o se interrumpe, lo que puede causar un daño irreversible por falta de oxígeno y nutrientes. La rapidez en la respuesta, diagnóstico y tratamiento es fundamental para los pacientes, ya que en un ACV pueden llegar a morir hasta 1,9 millones de células cerebrales por minuto. Una intervención rápida puede desempeñar un papel decisivo en la recuperación, evitando secuelas duraderas.
Es crucial reconocer los primeros signos de un ACV a través de la metodología F.A.S.T. para un diagnóstico oportuno.
F (Face – Cara): ¿La persona tiene la cara caída de un lado o torcida?
A (Arm – Brazo): ¿La persona es incapaz de levantar ambos brazos por igual?
S (Speech – Habla): ¿La persona tiene dificultades para hablar?
T (Time – Tiempo): Si se nota alguno de estos síntomas, se debe llamar de inmediato a los servicios de emergencia, pues cada minuto cuenta.
Los avances en tecnología médica están transformando el diagnóstico y tratamiento del ACV, permitiendo una atención más rápida y precisa. La angiografía, junto a la tomografía computarizada y la resonancia magnética, proporciona información significativa del área cerebral afectada, ayudando a los médicos a tomar decisiones de tratamiento más seguras. Estos avances mejoran las perspectivas de recuperación de los pacientes afectados.
En la actualidad, el ACV es la segunda causa de muerte en todo el mundo. Esta alarmante estadística subraya la necesidad de continuar mejorando las intervenciones médicas, reforzar la prevención y ampliar el acceso a la salud para más personas. No se trata solo de salvar vidas, sino también de permitir que los pacientes que experimentan esta condición puedan continuar con su vida enfrentando retos como la discapacidad física, cambios en su forma de pensar y sentir, dificultades de comunicación, pérdida de trabajo, ingresos y relaciones.
“La prevención es nuestra mejor defensa contra los accidentes cerebrovasculares, puesto que aproximadamente el 80% pueden ser evitados. Como compañía, estamos comprometidos con la promoción de la salud, favoreciendo el acceso a un diagnóstico oportuno y tratamientos cada vez más precisos del ACV. En este proceso, no cabe duda de que la tecnología de precisión juega un papel importante para atender y dar seguimiento al paciente, junto con alianzas de valor con asociaciones mundiales como la World Stroke Organization para la certificación de centros especializados en Latinoamérica”, menciona Sergio Arturo Domínguez, director de Cuidados Cardiovasculares para Latinoamérica en Siemens Healthineers.
La importancia de la educación y la concienciación sobre los síntomas del ACV no puede subestimarse. Campañas de información pública y programas educativos pueden ayudar a reducir el tiempo entre el inicio de los síntomas y la atención médica, lo que a su vez mejora los resultados para los pacientes.
Además de la atención médica inmediata, el apoyo a largo plazo es crucial para los sobrevivientes de ACV. Servicios de rehabilitación, apoyo psicológico y programas de reintegración laboral son esenciales para ayudar a los pacientes a recuperar su calidad de vida y reintegrarse a la sociedad.
En conclusión, el ACV es una emergencia médica grave que requiere una respuesta rápida y eficaz. La tecnología médica avanzada y las iniciativas de prevención y educación pueden salvar vidas y mejorar las perspectivas de recuperación para los afectados. La colaboración global y el compromiso con la salud pública son fundamentales para enfrentar este desafío médico de manera efectiva.