La adolescencia: una etapa clave para construir un futuro mejor
El entorno en el que crecen los adolescentes puede influir profundamente en su desarrollo, según se señaló en un artículo publicado por el Centro de Servicios para la Capacitación Laboral y el Desarrollo - CAPLAB.
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Sandi Narciso
La adolescencia es un periodo crucial en el desarrollo humano, donde los jóvenes enfrentan importantes desafíos mientras construyen su identidad y definen su proyecto de vida. Sin embargo, para muchos adolescentes, este camino se complica debido a contextos sociales y económicos adversos. Tal es el caso de Luana, una adolescente de 14 años que vive en un asentamiento humano en las periferias de Lima. Su historia refleja la realidad de millones de jóvenes en Latinoamérica que, a pesar de las dificultades, sueñan con un futuro prometedor.
El entorno en el que crecen los adolescentes puede influir profundamente en su desarrollo. Las carencias económicas, la violencia, la falta de acceso a servicios básicos y el impacto de problemas como el consumo temprano de alcohol son desafíos recurrentes. En este escenario, la prevención se presenta como una herramienta clave para mitigar estos riesgos y potenciar factores de protección que les permitan alcanzar una vida plena y saludable.
Nuevos retos en la prevención con adolescentes
El consumo de alcohol entre adolescentes es uno de los problemas más alarmantes en la región. Según estudios, la edad promedio de inicio en el consumo de alcohol bordea los 10 a 11 años, evidenciando una precocidad preocupante. Este comportamiento está relacionado con factores como la baja percepción del riesgo, la influencia de los medios y redes sociales, y un acceso desregulado a estas sustancias. La situación es especialmente crítica en las adolescentes mujeres, quienes presentan un aumento significativo en el consumo, acompañado de problemas emocionales y de salud mental.
Además, las redes sociales han configurado nuevos patrones de socialización y consumo, haciendo más complejas las dinámicas tradicionales de prevención. Los fines de semana, intoxicaciones y mezclas de bebidas son prácticas cada vez más comunes entre los adolescentes, lo que exige un replanteamiento de las estrategias preventivas tradicionales.
La importancia de la intervención integral
Ante este panorama, las estrategias preventivas deben adoptar un enfoque integral que involucre a la familia, la escuela y la comunidad. La prevención no solo busca evitar el consumo de sustancias, sino también promover el desarrollo emocional y social de los adolescentes. Es crucial brindarles herramientas para fortalecer su autoestima, autonomía y habilidades sociales, convirtiéndolos en agentes activos de su propio bienestar.
Por ejemplo, programas comunitarios que fomenten actividades recreativas, deportivas y artísticas pueden convertirse en espacios seguros para el desarrollo de los jóvenes. Asimismo, campañas educativas dirigidas a padres y educadores son esenciales para identificar señales de alerta y actuar oportunamente.

Los pilares de la ciencia de la prevención
La prevención moderna se basa en la identificación de factores de riesgo y protección. Este enfoque permite diseñar intervenciones eficaces y específicas para cada grupo de adolescentes. Además, los modelos actuales clasifican las estrategias preventivas en tres niveles: universal, selectivo e indicado, lo que permite atender tanto a poblaciones generales como a aquellos en mayor situación de vulnerabilidad.
Un ejemplo claro es la prevención universal, que incluye campañas de sensibilización masiva sobre los riesgos del alcohol. Por otro lado, la prevención selectiva se enfoca en adolescentes en situaciones de riesgo, como aquellos que enfrentan problemas de ansiedad o depresión. Finalmente, la prevención indicada interviene directamente con jóvenes que ya presentan conductas de consumo.
Hacia un modelo preventivo sostenible
La implementación de programas sostenibles y escalables es vital para lograr un impacto duradero. Esto implica la colaboración entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales y empresas privadas, quienes deben trabajar juntos para garantizar recursos y acceso a servicios especializados. Además, las políticas públicas deben enfocarse en regular el acceso al alcohol y reforzar el control en su venta a menores.
Por último, el papel de los jóvenes como protagonistas de su propia prevención no debe subestimarse. Escuchar sus voces, integrar sus necesidades y fomentar su participación activa en las estrategias preventivas puede marcar una diferencia significativa en sus vidas.
Un futuro con esperanza
Luana, como muchos otros adolescentes, demuestra que, a pesar de las adversidades, es posible construir un futuro mejor. Su sueño de ser enfermera es un ejemplo de cómo la resiliencia y el apoyo adecuado pueden transformar vidas. La prevención, entendida como una herramienta de empoderamiento y desarrollo, es la clave para superar los desafíos actuales y garantizar que cada adolescente tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
La adolescencia es una etapa llena de retos, pero también de oportunidades. A través de un enfoque preventivo integral, que combine ciencia, educación y participación comunitaria, podemos construir un entorno más seguro y esperanzador para las futuras generaciones.
Con información de un artículo publicado por Raúl Márquez del Centro de Servicios para la Capacitación Laboral y el Desarrollo - CAPLAB.
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