Miguel Ángel Cisneros, dueño de Kasamama compartió su inspiradora historia en entrevista con CCL Conectados, revelando los altibajos de su camino para fundar uno de los restaurantes más concurridos de Lima y que se ha ganado el corazón de los peruanos por sus precios económicos.

Nacido en Sachabamba, un pintoresco pueblo de la ciudad de Ayacucho, el señor Miguel siempre mostró una gran pasión por los negocios. Desde pequeño, vendía queso, leche y hasta ropa, demostrando un espíritu emprendedor innato. Sin embargo, el terrorismo que azotaba la región en los años 80 obligó al joven negociante y a sus hermanos a abandonar su tierra natal en busca de nuevas oportunidades.

El primer intento de negocio del empresario fue en Amazonas, donde trabajó junto a su hermano mayor. Sin embargo, las cosas no funcionaron como esperaban, y Miguel se mudó a Lima para trabajar con su hermana en un negocio textil. Fue en la capital donde este soñador aprendió los entresijos de la industria textil y, con ese conocimiento, decidió emprender su propio negocio en el Emporio de Gamarra. Su primer emprendimiento propio fue un éxito rotundo, liderando un equipo con gran habilidad durante dos años.

A pesar de su éxito en Gamarra, el señor Cisneros decidió vender todo y embarcarse en una nueva aventura en Colombia, donde trabajó en empleos esporádicos. La experiencia no resultó tan fructífera como esperaba, y regresó a Perú sin dinero. Con el apoyo de sus hermanos, Miguel inició un nuevo negocio en el ámbito de la comida, a pesar de no tener particular interés en la cocina. Gracias a su determinación y el respaldo familiar, logró abrir el restaurante buffet Kasamama, que hoy en día es un testimonio de su resiliencia y espíritu emprendedor.

¿Cómo nace Kasamama? De probar con el menú a convertirse en un restaurante de buffet criollo

Kasamama nació hace más de una década como un negocio familiar y vendiendo menús. Miguel recuerda: "Trabajamos hace 15 años, anteriormente solo ofrecíamos menú, pero sentí que teníamos que diferenciarnos de otros negocios de comida o esto no iba a prosperar".

En la fundación de Kasamama, Miguel contó con la ayuda de un amigo cercano que le sugirió abrir un restaurante. "Tenía un amigo que era allegado mío. Le comenté que necesitaba poner un negocio y me respondió: 'hay que poner un restaurante'. Yo no sabía cocinar, pero me presentó a la señora Angélica, quien amaba la cocina y gracias a ella conocí el mundo gastronómico", relató el empresario.

Los desafíos iniciales no fueron menores. Kasamama comenzó siendo el concesionario de una empresa, pero cuando esta desapareció, surgió la idea de ofrecer un buffet de comida criolla en un lugar ambientado con diseños andinos. "Yo estaba convencido de lo que quería. Instalé la mesa de buffet, ollas de barro, y empezamos a ofrecer a los clientes el buffet al precio del menú", explicó.

Hoy en día, Kasamama cuenta con seis locales y tiene miras de expandirse mediante franquicias. La historia de Miguel Cisneros es un ejemplo de cómo la perseverancia y el espíritu emprendedor pueden superar cualquier obstáculo, transformando desafíos en oportunidades y logrando el éxito en el competitivo mundo de la gastronomía.

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