Cuando uno camina por Jesús María, sobre todo por esas calles donde abunda la venta de zapatos y de ropa, es inevitable encontrarse con esa esquina iluminada, llena de gente, en donde reinan los olores a picarones, arroz con leche, mazamorra y anticuchos. Se trata del Puntito Dulce, una de las dulcerías más tradicionales y emblemáticas de Lima.
Rosa Castro, fundadora del Puntito Dulce, nos cuenta que, dos décadas atrás, en los cuatro locales que actualmente tiene la dulcería, funcionaban sus perfumerías, “hasta que un buen día dejaron de ser rentables y hubo que reinventarse”, señala.
Dulces tradiciones
Pasar de vender perfumes a dulces no fue nada fácil. De hecho, hubo un tiempo en que ambos productos convivieron. “Un día mi esposo mandó a construir unas tabolas donde coloqué arroz con leche y mazamorra morada y empezamos a vender en un rincón del mostrador. La acogida fue muy rápida”, cuenta. La misma operación se replicó en los otros locales hasta que se dieron cuenta de que los postres daban más dinero que los perfumes.
Así, en 1999, todas las perfumerías se convirtieron en dulcerías al 100% dando nacimiento al Puntito Dulce. “Le pusimos el ‘puntito’ porque así le decían a la fonda que tenía mi abuela en el centro de Cajamarca, pues era un lugar de encuentro entre las personas del pueblo”, señala Rosa.
Calidad, ante todo
Con cuatro locales a cuestas, Rosa Castro y su esposo se enfocaron en convertir al Puntito Dulce en un lugar de postres tradicionales. Luego del éxito que supuso su arroz con leche y mazamorra, añadieron a la carta los picarones con miel de chancaca, traída exclusivamente desde Cajamarca; el suspiro de limeña y algunos clásicos salados como la causa, la papa rellena o las humitas de queso.
Este crecimiento ha ido de la mano con la experiencia de Rosa Castro, quien se ha capacitado aún más en gastronomía y repostería para poder adaptarse a las nuevas tendencias de consumo.
La pandemia, una oportunidad para crecer
Como les sucedió a muchos negocios, antes de la pandemia, el Puntito Dulce no contaba con delivery, por lo que tuvieron que adaptarse rápidamente. “Empezamos vendiendo almuerzos y poco a poco tuvimos que adaptar nuestra carta para el envío rápido”, cuenta Maricielo Alarcon Castro, actual jefa de producción e hija de Rosa Castro.
Actualmente, el Puntito Dulce busca convertirse en un legado familiar que continúe de generación en generación, por ello siempre están pensando en los próximos proyectos. Por ejemplo, “en dos meses vamos a abrir un pequeño café en el segundo piso del local de Jesús María para que la gente pueda sentarse a comer tranquila y también esperamos abrir el primer restaurante en el mismo distrito”, cuenta Rosa.
En los próximos años no descartan convertirse en una franquicia que llegue a varias partes de Lima y, quien sabe, tal vez a su querida tierra: Cajamarca.
El secreto del éxito
Tanto para Rosa como para su hija, Maricielo Alarcon Castro, la columna vertebral de su negocio son sus colaboradores, quienes las apoyan desde sus inicios. Pero también es vital la calidad de sus productos y las raíces de la tradición. “Yo siempre le digo a los emprendedores, si tu producto es bueno, de calidad, tienes un buen porcentaje ganado. Es el punto de partida y lo demás es trabajo”, finaliza Rosa.